jueves, 30 de agosto de 2012

No llevaba zapatos de cristal, pero él la veía como su cenicienta. Aquello no era perfecto, iban rápido y era algo dañino. Él no tenía la sangre azul y ella no era la chica buena que se recogía cada noche a las doce en punto. Eran la clase de pareja que vivía de impulsos. Unas veces se mataban a palos y otras a besos. Nunca tuve claro que de verdad se quisiesen, pero sabía que se necesitaban. Que no podían vivir el uno sin el otro. Ella necesitaba alguien a quien amar, y él alguien a quien poder proteger. Y los dos, los dos necesitaban sentirse queridos.





3 comentarios:

  1. Muy bonita entrada :D
    No hay nada mejor en la vida que sentirnos queridos.
    Y que lo digas... vuelta a la rutina :( Ojala durara el verano para siempre ^_^
    Un besito!

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  2. Pfffffffffff, es precioso, de verdad. Es cierto, el cariño que te da alguien como pareja no te lo da n a d i e . <3
    ¡Un besazooooooooooo!

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  3. Hola. la parte de "se mataban a palos" no me gusta nada, pero tu eres la escritora y yo tu lector. Tú lo sabes hacer mejor. Un abrazo.

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