lunes, 18 de junio de 2012

Paris is always a good idea.

Llevaba ese tatuaje desde que yo la conocía. Llevaba tatuada en su nuca una torre Eiffel que comenzaba a la altura de sus hombros y acababa en la frontera entre su piel y su melena rubia. 
Era una chica rodeada siempre un aura llena de misterio, que te incitaba a conocerla. Un olor a nardos que incitaba a tocar. Nunca llegué a conocerla bien, dudo que alguien lo hiciese.
Siempre me había parecido una chica impresionante y, cuando descubrí aquel tatuaje aún más. Era una chica tímida, que siempre escondía parte de su cara con su larga melena, pero aquel día... Aquel día iba diferente, con el pelo recogido. Con un alegre moño despeinado que me permitió ver su mirada, profunda y penetrante. Aquellos ojos grandes y negros, fijos. Y entonces vi aquella torre impregnada en su piel. No pude remediarlo, así que le pregunté el motivo.
- Perdona, no nos conocemos casi nada, y te parecerá extraño que te pregunte esto, pero... ¿por qué una Torre Eiffel?
Ella rehuyó mi mirada, pero al cabo de un rato contestó: 
- París. La ciudad de los enamorados. Hoy en día, no se valora realmente el amor. Decimos te quiero nada más conocer a las personas. Sin llegar a sentirlo. Peor, lo decimos creyendo que lo sentimos. Querer y amar no es lo mismo, es cierto. Pero París siempre se ha visto así, como la ciudad donde van aquellos que se quieren. Hoy en día nadie valora realmente esto. Yo, de alguna manera, quería dejar claro que aún creo en el amor, que si digo te quiero, es porque realmente lo siento, y porque... París. París es siempre una buena idea.


viernes, 8 de junio de 2012

Y entonces aparece. Aparece y está ahí para salvarte. Para salvarte y sacarte de ese infierno en el que tú sola te habías sumergido. Y no sabes si será lo correcto, ni si saldrá bien, pero sabes que es lo que quieres en ese momento. Sabes que hoy, él está hecho para ti, y tú para él. Y no te importa lo que la gente te diga. Te importa lo que eres con él, te importan las conversaciones por teléfono, te importan las risas y las miradas. Lo miras y piensas que es perfecto para ti. Que está hecho a tu medida y que si la vida lo puso en tu camino, es porque realmente merece la pena. Realmente lo piensas. Y te olvidas de todo; vas y te lo comes a besos, lo abrazas, y lo único que quieres es irte a enseñarle los dientes al mundo con él.